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El tour nacional del queso que huele, pica, gotea y enamora


Tour nacional del queso 2025 (Fresquera) - GastroSpain (1)

España huele a queso. A campo, a bodega húmeda, a leche cruda y a tradición. En un país de topografías intensas y climas diversos, el queso no es solo un alimento: es un lenguaje, un símbolo de arraigo y un testimonio comestible de lo que somos.


Del potente Cabrales asturiano al sedoso Payoyo andaluz, pasando por el inconfundible Idiazabal vasco-navarro, el mapa quesero español es un festín multisensorial que invita a recorrer el país con la nariz, el paladar y el corazón bien abiertos.


El queso español no entiende de uniformidad. Es un producto que gotea historia y geografía, que huele a oveja latxa, a vaca frisona, a cabra retinta. Con este tour te prometemos que no solo reunimos a los mejores quesos artesanos del país, sino también reivindicar esa diversidad como una forma de identidad cultural.





Primera parada: el norte que pica y conquista


Asturias abre la ruta con uno de los quesos más temperamentales de Europa: el Cabrales. Afinado en cuevas naturales de los Picos de Europa, su pasta azul, untuosa y agresiva, es una declaración de intenciones. El Cabrales no se prueba: se enfrenta. Y, sin embargo, quien lo entiende, lo ama para siempre.


Desde ahí, cruzamos al País Vasco y Navarra para rendir culto al Idiazabal. Ahumado o natural, siempre elaborado con leche de oveja latxa, este queso de pasta prensada seduce con una textura firme y un sabor elegante que no necesita estridencias. Es el queso que se come despacio, como se escucha una buena alboka o se contempla una ladera de hayedos en otoño.


También hay sorpresas menos mediáticas: en Galicia, el Tetilla conquista con su forma amable, su textura mantecosa y su sabor suave, perfecto para fundir o disfrutar en tabla. Y en Cataluña, el Garrotxa, queso de cabra recubierto de moho gris, ofrece una pasta firme, sabor limpio y aroma a bosque húmedo.




Centro y meseta: el alma del ovino


La meseta central —de Castilla-La Mancha a Castilla y León— ofrece algunos de los quesos más venerados del país. En tierras manchegas, el Manchego brilla con luz propia: elaborado con leche de oveja manchega, una textura firme, sabor profundo y matices que varían según su curación. Quesos de pasta dura, intensos, pero equilibrados, ideales para maridar con vinos recios o aceites monovarietales.


En León y Zamora, la tradición quesera se expresa en productos únicos como el azul de Valdeón, afinado en cuevas del valle homónimo con leche de vaca y cabra, y el Zamorano, con su corteza rugosa y perfil más picante. Queserías familiares siguen empleando cuajos naturales y métodos ancestrales para dar forma a piezas de autor. Aquí, el queso no se fabrica, se cría. Como a un animal. Como a una historia.


También Madrid, lejos del ruido urbano, suma su aportación con quesos de elaborados en sus campos, como el Suave de cabra de Campo Real o el curado de oveja de la Vega del Jarama, que reinterpretan la tradición con técnicas modernas sin perder el alma pastoril. Una región que, en silencio, se ha ganado un lugar en la nueva escena quesera española.




Suroeste quesero: el renacer de lo artesanal


En Andalucía, el queso Payoyo —elaborado en la Sierra de Grazalema con leche de cabra payoya y oveja merina— ha devuelto el protagonismo a los quesos del sur. Untuoso, intenso, ligeramente ácido y con un retrogusto persistente, es el nuevo embajador de una región que está viviendo un renacimiento quesero. Junto a él, destacan joyas como el queso de cabra malagueña, de pasta blanda y corteza natural, o el queso de Montefrío, en Granada, que recupera técnicas pastoriles casi perdidas.


Y no podemos olvidar Extremadura, donde la Torta del Casar y la Torta de la Serena se funden al calor de la tradición. Literalmente. Elaboradas con leche cruda de oveja y cuajo vegetal, estas tortas cremosas se abren como un cofre y se comparten a cucharadas. Aquí, el queso no se corta: se celebra.




Sabores del sureste: sol, vino y leche de cabra


El Mediterráneo también sabe a queso. En la Comunidad Valenciana, el Blanquet se elabora con leche de cabra y destaca por su textura suave, cremosa y su sabor limpio, casi dulce. En zonas de interior como la comarca de Els Ports, pequeñas queserías recuperan recetas pastoriles con maduraciones largas y cortezas naturales.


En Murcia, el Queso al vino se presenta con su inconfundible corteza púrpura, bañada en vino tinto, y una pasta blanca, firme y aromática. Junto a él, el Murcia curado, también de leche de cabra, ofrece sabores más intensos y persistentes, ideales para maridar con mermeladas cítricas o almendras fritas. En estas tierras, el sol y la salvia se dejan notar en cada bocado.



Este tour quesero nacional no es solo un homenaje al producto, sino a las personas que lo hacen posible: pastores, afinadores, maestros queseros y productores que entienden que hacer queso es preservar un paisaje, una forma de vivir y de comer.


En GastroSpain lo decimos claro: no se puede entender la gastronomía española sin su queso. Porque cada pieza, cada cata, cada goteo de sabor, es un acto de amor por lo nuestro.

 
 
 

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