Los mejores restaurantes de la Comunidad de Madrid 2025
- Irene Sánchez y Julián Acebes
- 27 jun
- 21 Min. de lectura
Actualizado: 28 jun

La Comunidad de Madrid vuelve a demostrar en 2025 que su talento gastronómico va mucho más allá de los focos. Con una escena en constante evolución, la región acoge proyectos culinarios que apuestan por el producto, la memoria y la emoción. Desde pequeños locales con encanto hasta espacios que reinterpretan la tradición con mirada contemporánea, la diversidad y el carácter son los verdaderos protagonistas de este año.
Lejos de rankings y etiquetas, en esta selección reunimos restaurantes que destacan por su autenticidad, su compromiso con la calidad y su capacidad para ofrecer experiencias memorables. Porque no siempre hacen falta grandes restaurantes ni propuestas de vanguardia para que un establecimiento se gane el corazón —y el paladar— del comensal. A veces, lo mejor está en lo cercano, en lo sencillo bien ejecutado, en esa cocina que se siente y se recuerda.
Este recorrido por los mejores restaurantes de la Comunidad de Madrid en 2025 es, ante todo, una invitación a disfrutar sin prejuicios. A celebrar el buen comer en todas sus formas. A descubrir espacios donde la cocina se convierte en un lenguaje propio, cargado de sabor, respeto y personalidad. Porque en Madrid, lo auténtico sigue marcando la diferencia.
Trattoria Adriana
Una pequeña trattoria con alma italiana en pleno Madrid que nació como homenaje a Adriana Murari, una cocinera romana de quinta generación cuya pasión por la gastronomía ha traspasado generaciones. Nacida en Roma, su padre fue cocinero en las cocinas del Vaticano durante el papado de Montini, y su tía trabajó para Mussolini, pero fue su abuela quien le transmitió el amor por los fogones. Más tarde, la vida la llevó a São Paulo, donde conoció a un español que se convertiría en su marido. Juntos se trasladaron a Madrid en 1976, donde Adriana fundó su primer restaurante familiar.
Hoy, el legado continúa de su familia con su hija, Adriana Murari, sexta generación de cocineros, que junto a su esposo Ricardo –con más de 25 años de experiencia en el sector– regenta Trattoria Adriana desde hace seis años. Una historia marcada por la entrega y el amor, que resistió los cierres del confinamiento por el COVID y una dura pausa impuesta por la borrasca Filomena. Un matrimonio con 35 años de relación y 25 de casados, que ha puesto todo su corazón en este proyecto que no ha dejado de crecer desde su apertura.
En Trattoria Adriana encontramos una propuesta gastronómica que recorre Italia de norte a sur: antipastis, risottos, ensaladas, gnocchis, canelones, lasañas, carnes como ossobuco, cordero o escalopines, pescados como merluza... Todo elaborado de forma artesanal, con productos frescos, intensos sabores y una base de recetas familiares mejoradas generación tras generación. La estrella, sin duda, es su pasta, fresca o rellena, cocinada como nadie tal y como aprendió de su legado familiar.
El trato es otro de sus puntos fuertes. Amabilidad, atención al detalle y cercanía desde que se atiende el teléfono hasta que se sirve el café. Aquí el cliente es recibido como en casa, o, mejor dicho, como en la casa de la nonna. Por eso mantienen una puntuación de 4,9 en Google y 4,8 en TripAdvisor desde hace seis años.
Pasión, calidad y tradición. Eso es Trattoria Adriana.
Instagram: @trattoria_adriana
Frank & Furt
Situado en el corazón del barrio de Salamanca, junto al WiZink Center y al icónico “Dolmen de Dalí”, Frank & Furt se ha convertido, desde su apertura en 2006, en un clásico imprescindible para los amantes de las salchichas alemanas, las hamburguesas bien hechas y las buenas cervezas. Su ubicación estratégica en la Avenida de Felipe II lo convierte en parada obligada antes de un concierto, un partido o una tarde de compras por la zona. Pero su mayor mérito no está solo en su localización, sino en su propuesta gastronómica honesta, divertida y de calidad, que lo convierte en uno de los mejores restaurantes de la Comunidad de Madrid de este 2025.
Con un horario ininterrumpido y un ambiente siempre animado, Frank & Furt apuesta por una cocina pensada para todos los públicos y momentos del día. Su terraza, una de las más codiciadas del barrio, es perfecta tanto de día como de noche, ya sea para una comida en familia, una reunión entre amigos o una velada informal antes de un evento.
Las salchichas alemanas son las grandes protagonistas. Entre las favoritas de la casa destacan la Cervela, gruesa y ahumada; la Pikantwurst, con ese punto picante tan característico; y por supuesto, la Bratwurst y la Tirolesa, que completan una carta donde el auténtico sabor alemán está garantizado. Para los más indecisos, el Salchichómetro permite degustar cuatro variedades diferentes acompañadas de choucroute, puré de patatas o patatas fritas.
Eso sí, no te pierdas el nuevo Superfrankfurt, una propuesta tan original como irresistible que eleva el clásico hot dog a una experiencia gourmet. Montado sobre un suave pan brioche untado con su salsa secreta, este perrito lleva guacamole, cebolla crujiente, bacon a la plancha, salsa alemana, pepinillo picado, jalapeños y queso cheddar rallado al momento y fundido delante del cliente. ¡Puro espectáculo!
Y si lo tuyo son las hamburguesas, no te pierdas la de queso y bacon, o la de queso con huevo frito, hechas con carne de vaca gallega y cocinadas al punto justo. Todo elaborado con proveedores de confianza que llevan más de 15 años trabajando con ellos.
Para acompañar, Frank & Furt ofrece una amplísima selección de cervezas nacionales e internacionales: desde clásicos como Franziskaner, Leffe o Corona, hasta propuestas más atrevidas como Founders o Cubanísimo.
En Frank & Furt, la comida sabe mejor entre risas, música y deporte. Calidad, cantidad y atención cercana en un espacio en movimiento. Ideal para repetir… Y repetir.
ABYA
En una ciudad como Madrid, pocos espacios logran unir con tanta armonía la gastronomía, el arte y la emoción como lo hace ABYA. Situado en el icónico Palacio de Saldaña, en pleno Barrio de Salamanca —más precisamente en la plaza del Marqués de Salamanca—, este palacete de estilo Belle Époque ha sido cuidadosamente restaurado para ofrecer una propuesta sofisticada pero accesible, quitándole lo solemne al entorno y abriéndolo a todos los públicos. El resultado: un lugar donde los sentidos se despiertan y cada detalle está pensado para sorprender.
ABYA es una experiencia multisensorial repartida en cuatro plantas, cada una diseñada para ofrecer vivencias únicas. Desde el primer momento, el visitante se ve envuelto en una atmósfera dinámica, artística y cosmopolita. Cabe resaltar que más de 300 obras de arte están repartidas por todo el espacio, invitando a explorar y descubrir nuevos rincones en distintos momentos del día.
En la planta baja, con cocina non stop, mesas altas, tapas para picoteo y cócteles de autor, el ambiente es animado: música en directo, DJ, entertainment, mixología de alto nivel y una energía que invita a dejarse llevar, ideal para encuentros informales o escapadas espontáneas. Durante el día, este mismo espacio se transforma en un entorno luminoso y elegante, gracias a sus grandes ventanales, convirtiéndose en el escenario perfecto para comidas de negocios y sobremesas relajadas.
La primera planta ofrece una propuesta más serena: mesas bajas, luz natural, vajilla de diseño exclusivo y una carta pensada para encuentros de negocios o cenas que combinan elegancia y sabor. Más arriba, en la segunda planta, se encuentra uno de los secretos mejor guardados del local: reservados privados con estética inspirada en la Belle Époque parisina, ideales para reuniones exclusivas, catas o celebraciones. También se organizan eventos personalizados, donde el servicio se adapta completamente a las necesidades del cliente, haciendo de cada experiencia algo único.
La cocina de ABYA destaca por su carácter libre y creativo. Más que una propuesta de alta restauración al uso, es una oferta pensada para todos los públicos: desde opciones de picoteo informal en la planta calle hasta platos más elaborados para los paladares más exigentes. Con influencias de Latinoamérica y el Mediterráneo, cada receta ofrece una combinación de sabores vibrantes y productos frescos: ceviches, tiraditos, gnocchis, solomillos o rodaballo salvaje, entre muchos otros. La carta de vinos, con más de 400 etiquetas, acompaña esta propuesta con una selección internacional de gran nivel.
Y para quienes buscan algo más, su coctelería es un espectáculo aparte. Pisco, mezcal, tequila y whisky se transforman en creaciones como el Delirio, el Inca Sour o el El Dorado, que elevan la experiencia más allá del plato.
ABYA no es solo un restaurante. Es un universo en el que comer se convierte en arte, y cada visita en un recuerdo. Un lugar donde la gastronomía, la música, el arte y la hospitalidad se funden en una experiencia que eleva el día a día a otra dimensión.
Tripea
Ubicado en el Mercado de Vallehermoso, en el barrio de Chamberí, Tripea se ha consolidado como uno de los restaurantes más originales y vibrantes de la escena madrileña desde su apertura en 2017. Detrás del proyecto se encuentra el chef Roberto Martínez Foronda, un cocinero inquieto y apasionado que ha recorrido medio mundo buscando sabores, técnicas e inspiración hasta dar forma a esta propuesta única: una fusión desenfadada entre Perú, el sudeste asiático y la cocina tradicional española.
Con solo 36 años, Martínez Foronda cuenta con una trayectoria notable. Se formó junto a Darío Barrio, Andrés Madrigal y Joan Roca, y su paso por cocinas peruanas como Malabar o Maido dejó una huella profunda en su estilo. A su regreso a Madrid, pasó por Nakeima y Kena antes de emprender su proyecto más personal: Tripea, un concepto que él mismo define como "market food" y que invita a "comer y flipar".
La experiencia en Tripea gira en torno a un menú degustación de 8 pasos, fresco, cambiante y de producción diaria, donde el comensal se convierte en viajero sensorial. Cada plato es una explosión de sabor, como la alcachofa frita con salsa de maní y bearnesa de huacatay, el ceviche caliente de mejillones al wok, el bao de lomo saltado con huevo de codorniz, o el ya clásico dumpling de panceta y papada. Para terminar, el cremoso de arroz con leche de coco, chicha morada y galleta Lotus pone el broche dulce a una experiencia difícil de olvidar.
La carta de vinos acompaña con tino, centrada en productores pequeños, etiquetas naturales, espumosos y generosos que conectan con el alma mestiza del menú. El servicio es cercano, ágil y cómplice, manteniendo siempre el tono informal que caracteriza a este restaurante con alma de barra.
En definitiva, Tripea no solo es sinónimo de sabor y creatividad, sino también de autenticidad. Comer aquí es dejarse llevar por el instinto, la técnica y la diversión. Tripea no se explica, se vive.
MO de Movimiento
En el antiguo Teatro Espronceda, un espacio lleno de historia entre Nuevos Ministerios y Chamberí, se levanta MO de Movimiento, uno de los restaurantes más innovadores y con mayor conciencia social y ambiental de Madrid. Fundado en 2018 por Felipe Turell y Javier Antequera a través de su empresa Proyectos Conscientes, este proyecto va mucho más allá de la cocina: es un movimiento que une sostenibilidad, inclusión y gastronomía en un solo lugar.
MO de Movimiento nace con un objetivo claro: transformar el consumo urbano desde un enfoque ético y colaborativo. En sus más de 1.000 m² —incluida una gran terraza donde antaño se encontraba el patio de butacas del teatro—, todo está pensado para generar un impacto positivo. El espacio, rehabilitado con materiales reutilizados y soluciones constructivas eficientes, evita lo superfluo y da protagonismo a lo esencial: las personas, los procesos y el planeta.
La cocina de MO gira en torno a productos de proximidad, ecológicos y artesanales. Las harinas son molidas a piedra por pequeños molinos como Despelta o Cerecinos, la mozzarella artesanal procede de ganadería extensiva en Valladolid y el jamón ibérico ecológico llega desde Jerez de los Caballeros, criado en libertad. Sus platos, honestos y sabrosos, se elaboran con ingredientes frescos y fermentaciones naturales, sin levaduras añadidas.
Las pizzas cocidas en hornos de bóveda son uno de sus grandes reclamos, aunque toda su carta mantiene un equilibrio entre sabor, salud y responsabilidad. La atención al cliente, cercana y atenta, corre a cargo de un equipo multicultural e inclusivo, formado en colaboración con tres organizaciones sociales: Fundación Raíces, Fundación Tomillo y Norte Joven. MO de Movimiento es también una oportunidad laboral para personas con dificultades de acceso al empleo, que encuentran aquí un lugar para crecer dentro y fuera del restaurante.
Cada visita a MO es una experiencia viva: un diálogo entre tradición, innovación y compromiso. Aquí se come bien, se respira coherencia y se construye, paso a paso, una nueva forma de entender la gastronomía urbana. Un lugar donde cada decisión importa, y donde comer es también una forma de cuidar.
Taberna Pedraza
Cuando la cocina mira al origen con respeto, técnica y cariño, el resultado es una experiencia que perdura en la memoria. Eso es exactamente lo que ocurre en Taberna Pedraza, uno de los grandes referentes de la cocina tradicional española en Madrid. Ubicado en el número 4 de la calle Recoletos, en el elegante barrio de Salamanca, este restaurante fundado en 2014 por Carmen Carro y Santiago Pedraza rinde homenaje a los sabores que definen nuestra identidad gastronómica.
La historia de Taberna Pedraza nace de una decisión valiente. Tras perder su empleo en plena crisis, Carmen decidió dedicarse a su verdadera vocación: la cocina. Con el apoyo de Santiago, ambos emprendieron un proyecto que recupera y ensalza los platos de toda la vida, ejecutados con la técnica más precisa y el mejor producto posible. Desde su primera sede en la calle Ibiza, hasta su actual local, el concepto ha ido madurando sin perder la esencia.
Entre sus grandes emblemas destaca la Tortilla de Betanzos, convertida ya en una de las más reconocidas de la capital, elaborada con huevos seleccionados a mano, con una textura jugosa y sabor inconfundible. Pero si hay un plato que resume el alma de la casa, ese es el Cocido de Carmen, servido en tres vuelcos, con garbanzos pedrosillanos, caldo limpio y profundo, verduras al punto y carnes de altísima calidad como el pollo de corral gallego, el morcillo de vaca vieja o la morcilla de Olano.
La otra gran protagonista es la parrilla, territorio de Santiago, donde cada día se cocinan carnes, pescados y mariscos de procedencias seleccionadas con mimo, alcanzando puntos de cocción exactos y sabores intensos, gracias a unas brasas que son pura dedicación.
Todo ello se acompaña con una bodega nacional bien curada, pensada para maridar los platos con vinos que hablen el mismo lenguaje que su cocina: el de la tierra, el tiempo y la tradición.
Sin duda, Taberna Pedraza es una celebración del sabor auténtico y uno de los mejores restaurantes de la Comunidad de Madrid. Una casa donde cada plato recuerda de dónde venimos.
Bistronómika
Hay restaurantes que conquistan por lo que hacen y otros por cómo lo hacen. Bistronómika logra ambas cosas desde su discreta, pero luminosa ubicación en la calle Ibiza, englobado dentro del proyecto gastronómico Bulbiza. Este restaurante, dirigido por el chef Carlos del Portillo, está consagrado al mar, a la parrilla y a la cuchara, con una propuesta honesta que gira en torno a la temporalidad y al producto más fresco.
Carlos del Portillo, formado en la Escuela de Hostelería de la Casa de Campo y con experiencia en cocinas como el Hotel Ritz o el Casino de Madrid, ha creado aquí un espacio donde desarrolla una cocina de autor con bases clásicas y ejecución moderna. Bistronómika abrió sus puertas en 2016 en el barrio de Las Letras y, tras su traslado en 2019 al barrio de Ibiza, no ha hecho más que reafirmar su identidad: el mar como punto de partida y la brasa como hilo conductor.
Su famosa "No Carta" refleja la filosofía del lugar: ofrecer únicamente lo que el mercado y la temporada dictan. La vitrina de pescados y mariscos frescos en la sala lo dice todo. Aquí se pueden encontrar desde clásicos como ostra, carabinero, atún rojo o gamba de Garrucha, hasta especies menos habituales como maragota, coruxo, escorpa o xargo negro. Todo cocinado al momento, con el punto justo de brasa que resalta el sabor natural de cada producto.
Además de los pescados al fuego, en Bistronómika brillan los guisos marineros, los mar y montaña y algún que otro plato de cuchara que reconcilia al comensal con lo sencillo y bien hecho. Su Gilda de atún rojo es una bienvenida obligada que marca el tono de lo que está por venir.
Con apenas 32 comensales por servicio, una sala acogedora en madera de roble y un equipo atento y bien formado, Bistronómika ofrece una experiencia gastronómica coherente, deliciosa y profundamente respetuosa con el producto. Mar, técnica y temporada en perfecto equilibrio.
Nakeima
Desde su apertura en 2013 en el barrio de Argüelles, Nakeima se ha convertido en uno de los secretos a voces de la gastronomía madrileña. Un concepto rompedor que desafía las normas establecidas: aquí no hay carta, ni reservas, ni protocolo tradicional. En su lugar, una barra para 20 comensales, una cocina abierta y un equipo dispuesto a sorprender, plato a plato, con una fusión asiática tan libre como irreverente.
El alma del proyecto la forman Gonzalo García y Luis Gómez-Bua, quienes desde el principio apostaron por una propuesta que se alejase del formalismo habitual en los restaurantes de autor. Su fórmula es sencilla en apariencia, pero tremendamente efectiva: el cliente espera fuera, por orden de llegada, y una vez dentro comunica sus preferencias y restricciones alimentarias. A partir de ahí, comienza una experiencia que cambia cada día. Eso sí, recientemente han comenzado a coger reservas de manera temporal. No saben hasta cuándo lo seguirán manteniendo, pero... ¡No pierdas la oportunidad de hacer la tuya!
Nakeima se mueve entre la cocina japonesa, tailandesa, china y peruana, reinterpretadas desde una mirada madrileña, callejera y divertida. Cada pase es una combinación de técnica, sabor y riesgo que huye de lo previsible. Desde su ya mítica dumpling de oreja hasta reinterpretaciones de nigiris, baos o platos con guiños latinos, todo parte de una materia prima excelente tratada con respeto y creatividad.
El servicio, cercano y directo, forma parte de la experiencia. La interacción con el equipo de cocina —que trabaja a pocos centímetros del comensal— convierte la velada en algo dinámico, personal e inolvidable. Aquí se viene a probar, a dejarse llevar y, sobre todo, a disfrutar.
En una ciudad donde la oferta gastronómica crece a diario, Nakeima conserva su singularidad intacta. Su fidelidad a un formato sin concesiones ha creado una legión de seguidores que cada semana hace cola pacientemente para asegurarse un sitio en la barra. Porque aquí, el plato que no esperas es el que más recordarás.
Nakeima es fusión, sorpresa y autenticidad. Una joya de barrio con alma global.
Instagram: @nakeimabar
Fismuler
Fismuler desde su apertura, —restaurante parte del grupo La Ancha— ha sabido construir una identidad única, basada en la sencillez aparente, el respeto absoluto por el producto y la técnica silenciosa. Una cocina que vuelve a los orígenes, sin disfrazar el sabor, pero elevándolo con precisión y honestidad.
Su propuesta se inspira en las nuevas corrientes del norte de Europa: cocina de temporada, procesos artesanales, fermentaciones, y una estética rústica e industrial que, lejos de ser solo un decorado, forma parte del alma del lugar. Aquí, gastronomía e interiorismo van de la mano: paredes con desconchones, materiales reciclados, vigas metálicas y mesas de madera conforman un espacio acogedor, desenfadado y lleno de personalidad.
En Fismuler no hay carta fija. Cada día, el menú se adapta al mercado y al producto disponible, manteniendo siempre esa esencia de cocina española reinterpretada con toques frescos y nórdicos. Algunos platos ya se han ganado un lugar fijo en la memoria de sus comensales, como el escalope San Román, coronado con huevo, trufa y cebollino; o su tarta de queso, de textura fundente, que muchos consideran una de las mejores de Madrid.
Entre sus propuestas más características destacan el carpaccio de ternera ahumado con café y pimienta, la ensalada templada de pepinos, brevas y parrochas, el original mar y montaña de garbanzos con tendones y colitas de cigala, o el cabecero de ibérico asado con albaricoque y kale. Platos que suenan simples, pero están cargados de matices, técnicas y una visión clara: cocinar con respeto y dejar hablar al producto.
El ambiente en sala es cálido, ágil y profesional. El equipo sabe transmitir la filosofía del lugar sin rigideces, con cercanía y buen humor. Aquí se viene a comer bien, sin pretensiones, pero con emoción.
Fismuler es una celebración del sabor auténtico, de lo natural y de lo bien hecho. Un restaurante donde cada bocado parece sencillo hasta que te das cuenta de todo lo que hay detrás.
La Raquetista
Sin ninguna duda, La Raquetista se ha consolidado como uno de los grandes referentes gastronómicos de Madrid. Fundado en 2015 por los hermanos Javier y Paco Aparicio, este restaurante aúna respeto por la tradición, sensibilidad por el producto de temporada y una mirada viajera que incorpora matices cubanos e iberoamericanos con naturalidad y personalidad.
El origen de La Raquetista está profundamente ligado a la historia familiar. Javier comenzó su carrera en 1996 en la Bodega Santurce, regentada por su tío Antontxu en Mallorca. Cuando cerró sus puertas tras más de medio siglo de actividad, los hermanos decidieron rendirle homenaje abriendo este nuevo proyecto, inspirado también por los pelotaris de su linaje materno, que recorrieron medio mundo con la raqueta a cuestas.
En la cocina de La Raquetista, cada plato cuenta algo. Los torreznos, ligeros y crujientes, son uno de los grandes emblemas de la casa, pero no los únicos. Entre sus platos más destacados se encuentran los buñuelos de bacalao con salsa vizcaína, el sapito a la bilbaína, el pisto manchego con esturión ahumado, el rabo de vaca al curry Massaman y los garbanzos con butifarra negra, setas y foie. También brillan recetas como el arroz de perdiz roja o el steak tartare de búfalo de Colmenar Viejo, que muestran la apuesta por el producto local y de calidad.
La bodega, cuidadosamente seleccionada por Paco Aparicio y Raúl Salcedo, ofrece una carta amplia y bien pensada, con referencias nacionales e internacionales, espumosos y champanes, con una clara vocación: acompañar bien, sin inflar precios.
Además de su local original en Doctor Castelo, 19, La Raquetista cuenta con una segunda sede en Juan Bravo, 41, donde su carta de siempre convive con nuevas propuestas influenciadas por la cocina latinoamericana, en un ambiente más informal pero igual de sabroso.
La Raquetista es tradición reinterpretada con alma viajera. Un rincón para quienes disfrutan del sabor con historia, técnica y mucha sazón.
Café Comercial
Frente a la Glorieta de Bilbao, se alza un testigo vivo de la historia capitalina: el Café Comercial, un establecimiento que lleva más de 135 años marcando el pulso cultural y gastronómico de la ciudad. Fundado en 1887, este café centenario ha sido escenario de tertulias literarias y refugio de artistas, escritores y pensadores. Hoy, sin renunciar a su espíritu bohemio, se reinventa como uno de los espacios gastronómicos más atractivos de la capital.
Con una estética respetuosa con su legado, el local se divide en tres zonas: la emblemática barra, el comedor principal en la planta baja y una versátil primera planta con programación cultural propia. Allí, sesiones de cine, música en vivo y presentaciones literarias se dan la mano con una propuesta culinaria pensada para cualquier momento del día.
Bajo la dirección gastronómica de Pepe Roch, la carta del Café Comercial apuesta por los sabores castizos reinterpretados desde una mirada contemporánea. En el restaurante se pueden degustar clásicos madrileños como los callos, el cocido de los jueves o los arroces de los miércoles, así como platos como el solomillo Wellington, el pollo picantón braseado o la icónica tarta de queso horneada. En la barra, la carta se adapta al tapeo y al disfrute informal con propuestas que van desde raciones tradicionales a elaboraciones más actuales.
El ambiente es inmejorable: elegante sin excesos, acogedor sin pretensiones, y con un servicio atento que refuerza esa sensación de estar en un lugar especial. La oferta de brunch, disponible los fines de semana en su mítica terraza, completa una experiencia perfecta para locales y visitantes.
Café Comercial no es solo un restaurante, es un símbolo de la ciudad que sabe evolucionar sin perder su esencia. Un espacio donde la gastronomía, la historia y la cultura madrileña se encuentran para celebrar lo auténtico. Sin duda, una parada imprescindible en el Madrid de hoy.
Lambuzo
A pocos pasos del Teatro Real y la Plaza Mayor, Lambuzo se ha convertido en otro de los imprescindible de la capital. Desde que abriera sus puertas en 2013, este negocio familiar ha sabido conquistar paladares con una propuesta clara: traer la esencia de la provincia de Cádiz a la mesa madrileña, con honestidad, cercanía y mucho sabor.
Detrás del proyecto está la familia Moreno García, que tras una vida dedicada a la restauración andaluza, decidió trasladarse a Madrid para compartir su recetario más íntimo y gaditano. El resultado es una carta que brilla por su autenticidad y su mimo por el producto. Aquí, el pescaíto frito, las ensaladillas —en especial la de langostinos— o las croquetas de pringá y tortillita de camarones son solo el principio de un viaje culinario lleno de guiños al sur.
Las hamburguesitas de rabo de toro o de atún de Barbate son, sin duda, uno de sus platos más aclamados, al igual que las sorprendentes ortiguillas frescas, el pisto de atún rojo o los cigarritos de langostino y albahaca con mayonesa de soja y almendras. Para el final, una tarta de queso casera acompañada de vino de naranja que pone el broche dulce a una experiencia tan sabrosa como entrañable.
El espacio, cálido y acogedor, combina el espíritu de una antigua abacería —con productos a la venta como quesos de Villamartín o aceites de Olvera— con el dinamismo de un local de tapas. Y su éxito ha llevado a la familia Lambuzo a expandirse: además del local de la calle Conchas, cuentan con otro punto en el Mercado de Chamberí, dentro de La Chispería, donde también es posible comprar sus platos y productos estrella.
Lambuzo es, en definitiva, una oda al sur, un rincón donde el cariño se sirve en plato pequeño y donde cada bocado es una invitación a repetir. Un imprescindible del tapeo madrileño con alma gaditana.
Triciclo
Hay restaurantes que nacen de una idea, otros de una necesidad. Y luego está Triciclo, que nació de un deseo: el de crear el lugar donde a sus fundadores —los chefs Javier Goya y Javier Mayor— les gustaría sentarse a comer. Así, en pleno Barrio de Las Letras, uno de los enclaves culturales y gastronómicos más vibrantes de Madrid, abría sus puertas en julio de 2013 un espacio que hoy es referencia imprescindible para los amantes de la cocina honesta, versátil y sin artificios.
Desde sus inicios, Triciclo ha apostado por el respeto al producto, la cocina de temporada y una carta dinámica que cambia según el mercado. Aquí se huye del efectismo y se busca el sabor con mayúsculas. Su cocina se estructura en tres vertientes —de mercado, elaborada y de fusión— y permite disfrutar de platos completos, medias raciones o incluso tercios, lo que invita a compartir y a probar una gran variedad de propuestas en cada visita.
A lo largo de los años, Triciclo se ha consolidado no solo como restaurante, sino como punto de encuentro gastronómico. Bajo la batuta de Javier Goya, hoy al frente del proyecto en solitario, el local mantiene intacta su filosofía de cercanía, técnica y pasión por el oficio. En sala, el equipo —formado en su mayoría por cocineros— guía la experiencia con conocimiento y calidez, incluso finalizando elaboraciones frente al comensal.
Entre sus platos más celebrados destacan los fondos y guisos tradicionales reinterpretados con mimo, y los toques internacionales que aportan frescura sin perder la raíz mediterránea. Acompañando todo ello, una bodega selecta que recorre lo mejor de las regiones vinícolas nacionales e internacionales.
Triciclo no solo es uno de los grandes nombres del panorama madrileño, es también la prueba de que cuando la cocina se hace desde la emoción y el respeto, el resultado es siempre una experiencia inolvidable.
El Brote
En una ciudad que presume de mercados kilométricos y cartas interminables, El Brote se atreve con la más radical de las sencilleces: setas, setas y más setas. Instalado desde 2019 en una pequeña calle del barrio de La Latina, este local de apenas veinte cubiertos reivindica la cocina micológica como alta gastronomía de temporada y convierte la incertidumbre de la naturaleza en argumento de seducción.
Desde su apertura, este restaurante se ha especializado en cocina micológica, convirtiendo las setas y los productos silvestres en los verdaderos protagonistas de una experiencia gastronómica honesta, libre de artificios y marcada por el respeto al entorno. Todas las setas que llegan a la cocina de El Brote son silvestres, recolectadas en diferentes puntos de la geografía española según la estación, lo que garantiza no solo frescura, sino también una riqueza única de matices y texturas.
El responsable de convertir estos ingredientes en platos memorables es el cocinero Pablo Roncal, que trabaja con una creatividad silenciosa, siempre al servicio del producto. El resultado es una secuencia de elaboraciones equilibradas y sorprendentes, como un carpaccio de champiñones con mostaza antigua y avellanas, unas angulas de monte con yema de huevo, o un guiso de lentejas con trompetas de la muerte. La cocina de El Brote no solo celebra el sabor del bosque: también lo interpreta.
El menú se adapta sin dificultad a cualquier tipo de restricción alimentaria, gracias a una filosofía de cocina flexible y a un trato cercano y personalizado. Las raciones son generosas, y existe la opción de medias por si se quiere compartir. En sala, el asesoramiento del sumiller Mario Canora aporta un valor añadido con una carta de vinos precisa y original, que incluye blancos, tintos y espumosos elegidos para acompañar y no eclipsar los delicados matices de cada seta..
Servicio cercano, sala íntima y la certeza de comer lo que el bosque concede. En El Brote no hay artificio: solo la respiración de la tierra, plato tras plato.
Arima Basque Gastronomy
Finalizamos en la calle Ponzano, donde se encuentra Arima Basque Gastronomy, una taberna vasca que late con alma propia. Arima, que significa "alma" en euskera, es mucho más que un nombre: define la personalidad y el compromiso de su fundadora, la donostiarra Nagore Irazuegi, con una cocina que honra la tradición vasca sin renunciar a la técnica y el ritmo de la cocina contemporánea.
Desde su apertura, Arima se ha consolidado como un refugio para los amantes del buen producto, del sabor auténtico y de las formas sencillas que esconden un alto nivel de exigencia culinaria. Su carta —breve, directa, de mercado— está pensada para el disfrute pausado, ya sea en su animada barra en forma de ele, donde se sirven pintxos como la gilda Josefa o la coppa Joselito sobre pan cristal, o en su acogedor comedor de apenas cinco mesas, ideal para sumergirse en su menú degustación.
El recetario vasco brilla en platos como los chipirones en su tinta con pan frito, la carrillera ibérica guisada con fondo de verduras o la merluza en tempura con piquillos. Los productos, siempre de temporada, destacan por su origen: carnes del norte, pescados del Cantábrico, verduras mimadas y, sobre todo, una selección cuidada de ingredientes que hablan de cercanía y respeto. Incluso los entrantes, como las croquetas de queso Stilton o la flor de calabacín en tempura, mantienen ese equilibrio entre sabor y sencillez que caracteriza a la casa.
Nagore cuida cada detalle, desde el trato cercano en sala hasta la selección de vinos, vermuts y cócteles que maridan con la propuesta de forma natural. A ello se suma una pequeña terraza, cada vez más deseada, perfecta para disfrutar de una gilda y un txakoli al caer la tarde.
Arima Basque Gastronomy es, en definitiva, uno de esos lugares donde la autenticidad no se negocia. Una taberna con raíces profundas y visión actual que en 2025 sigue siendo referencia imprescindible en el mapa gastronómico de Madrid.
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