Los mejores restaurantes de Cataluña 2025
- Irene Sánchez y Roberto Buscapé
- 2 jul
- 19 Min. de lectura

Elegir bien dónde sentarse a comer en Cataluña no es tarea sencilla, pero sí un placer asegurado. Esta región, tan variada como rica en matices, ofrece un abanico de cocinas que dialogan con el mar, la montaña, la tradición y la innovación. Desde el bullicio urbano hasta los rincones rurales más tranquilos, Cataluña es una invitación constante al descubrimiento gastronómico.
En este recorrido no buscamos las mesas más rimbombantes ni las que acumulan más premios. A veces, lo mejor no está en lo más ostentoso. Hay restaurantes que logran emocionar con una brasa bien hecha, una receta recuperada del recetario familiar o un trato cercano que convierte una comida en una experiencia para recordar.
Por eso hemos reunido propuestas que no necesitan adornos para brillar. Proyectos honestos, cocinas con alma, lugares donde la técnica no eclipsa el sabor, sino que lo potencia. Cataluña 2025 nos muestra que, en la mesa, lo más sencillo —cuando se hace bien— puede ser lo más extraordinario.
Argentinísimo
Barcelona es una ciudad de sabores del mundo, y entre su amplia oferta gastronómica, Argentinísimo destaca como uno de los referentes más auténticos de la cocina argentina. Situado en el corazón del Eixample, en el número 70 de la calle Casanova, este pequeño rincón familiar ha logrado conquistar a locales y visitantes con una propuesta sencilla, casera y profundamente emotiva, siendo uno de los restaurantes argentinos mejor valorados en Barcelona
La historia de Argentinísimo nace en Villa Tulumba, un pintoresco pueblo del norte de Córdoba, Argentina. Allí, entre recetas heredadas y largas sobremesas, se forjó el espíritu que hoy late en cada plato del restaurante. No es un local ostentoso, ni pretende serlo. Aquí no hay manteles bordados ni lámparas de diseño: hay tradición, cariño y un profundo respeto por el producto y la cocina lenta.
La carta es un homenaje a la gastronomía argentina más genuina. Empanadas caseras, asados hechos con paciencia, provoletas fundentes, pizzas al estilo porteño y una extensa variedad de milanesas que recorren el país entero, desde la "Misionera" hasta la "San Juan". Cada una puede prepararse con ternera, pollo o berenjena, entraña o peceto, y se acompaña de papas fritas, ensalada o puré casero, siempre con generosas porciones.
La parrilla es protagonista: vacío, entraña, colita de cuadril, chorizo criollo, costillar Angus, lomo alto y lomo bajo, picaña, pollo, achuras... Todo cocinado con mimo y sin atajos. Eso sí: el asado no es exprés. Te recomendamos reservar con antelación y consultar los tiempos de cocción, porque aquí la carne se cocina como en casa, sin prisas y con dedicación.
Argentinísimo también ofrece servicio de catering, entrega a domicilio y una tienda donde se pueden adquirir productos típicos: yerba, alfajores, dulce de leche, fernet, vinos argentinos, actualmente posee la bodega con más referencias de vinos argentinos de España. Incluso cuentan con un menú pet friendly para que tu mascota también disfrute de una experiencia natural y cuidada. Sí, como lo lees puedes, acceder con tu mascota a todos los rincones de este restaurante.
El servicio es cercano, atento y familiar. Aquí no solo se viene a comer: se viene a compartir, a conversar, escuchar música Argentina y a recordar sabores. En definitiva, a vivir una experiencia gastronómica auténticamente argentina en pleno centro de Barcelona.
Argentinísimo no es solo un restaurante. Es un pedazo de Argentina en la ciudad condal y uno de los mejores restaurantes de Cataluña.
Gresca
Entre los restaurantes imprescindibles de Cataluña en 2025, Gresca destaca por méritos propios como uno de los destinos gastronómicos más interesantes de Barcelona. Ubicado en el Eixample, este local de estética sobria y cocina abierta ha sabido ganarse el corazón de los foodies más exigentes gracias a una propuesta honesta, sabrosa y cargada de personalidad.
Detrás del proyecto está Rafa Peña, una de las figuras más sólidas y reconocidas de la escena barcelonesa, que en 2023 fue galardonado con el Premi Nacional de Gastronomia. Con una trayectoria marcada por la búsqueda de la excelencia sin artificios, Peña ha conseguido que Gresca sea mucho más que un restaurante: es un lugar de culto para los amantes de la buena mesa. Aquí, la experiencia gastronómica comienza desde que uno cruza la puerta y observa la cocina completamente abierta, que conecta visualmente con la barra y el comedor, reforzando esa sensación de transparencia y cercanía.
La carta de Gresca —sin menús cerrados ni florituras innecesarias— se basa en platos contemporáneos, pensados para compartir, aunque también es posible pedir medias raciones si se va en solitario. La temporada, la caza y la casquería marcan el pulso de una oferta que cambia según el mercado y donde el producto siempre es el protagonista. En esta línea, destacan platos como los berberechos con vinagreta de verdura, la berenjena becada o los guisantes con trufa, que se han convertido en clásicos de la casa.
En los últimos años, Gresca ha incorporado el concepto de Gresca Bar, que amplía la oferta con una selección más amplia de tapas y platos, sin renunciar a la esencia que lo ha hecho célebre. La barra frente a la cocina sigue siendo el lugar ideal para ver a Rafa en acción, creando en directo los platos que han conquistado a críticos, cocineros y estrellas del cine por igual.
Y como detalle final, el bar de vinos permanece abierto todos los días, perfecto para maridar cada plato con alguna de las muchas referencias bien escogidas de su bodega. Una joya sin pretensiones, pero con mucho fondo.
La Blava
Entre los rincones gastronómicos más encantadores de Cataluña en 2025, La Blava destaca por su autenticidad, su cocina respetuosa con el producto y su privilegiada ubicación en pleno corazón del Ampurdán. Este restaurante, ubicado en una antigua casa de pescadores bajo las arcadas del paseo marítimo de Calella de Palafrugell, ofrece una experiencia íntima y profundamente mediterránea, con vistas directas al mar y el murmullo de las olas como telón de fondo.
La Blava es uno de esos lugares donde el entorno, el producto y el cuidado del detalle se funden en armonía. El restaurante se ha ganado un merecido prestigio gracias a una propuesta honesta y sin artificios, donde la cocina del Ampurdán cobra vida a través de platos que respetan la estacionalidad y la calidad de los ingredientes locales. Aquí, la tierra y el mar se encuentran en cada receta.
La carta está inspirada en la dieta mediterránea, con protagonismo de verduras, arroces, pescados frescos y el siempre presente aceite de oliva virgen extra. Cada plato, desde una fideuá melosa hasta un suquet de pescado, está elaborado con mimo y equilibrio, interpretado con un sutil toque creativo por un equipo de cocina que prioriza el sabor por encima de la sofisticación. La sencillez se convierte en virtud, y la honestidad en seña de identidad.
El servicio es cercano, amable y sin pretensiones, como si uno comiera en casa de un amigo de toda la vida. Sentarse en su terraza frente al Mediterráneo, saboreando un vino local mientras el sol se pone, es una experiencia que trasciende lo puramente gastronómico.
La Blava no solo es un restaurante: es una forma de vivir el Ampurdán. Un homenaje al mar, a la cocina de siempre y a la calma. Si buscas una experiencia auténtica, con sabor a salitre y raíces profundas, este rincón frente a la playa de Port Bo es, sin duda, una de las joyas gastronómicas de la Costa Brava.
Ferreruela
En el mapa gastronómico de Cataluña, Ferreruela, Cuina de la Terra se ha convertido en una referencia indiscutible para quienes buscan una cocina sincera, ligada al producto local y a la tradición. Ubicado en un antiguo almacén rehabilitado con gusto en el centro de Lleida, este restaurante es mucho más que un lugar para comer: es un homenaje al territorio, a sus sabores y a la manera de entender la cocina desde la memoria.
El proyecto nació de la mano de Gonzalo Ferreruela, cocinero apasionado que quiso rendir tributo a su tierra a través de los fogones. Su propuesta gira en torno al producto de proximidad y temporada, trabajado con técnicas actuales pero sin perder nunca el vínculo con la tradición. En Ferreruela todo gira en torno a un concepto: cocina de la tierra, entendida como respeto por el origen, por los productores artesanales y por el ritmo de la naturaleza.
La gran protagonista de la sala es la brasa, una técnica ancestral que aquí se reinventa con inteligencia. No solo se aplica a carnes y pescados —siempre de primera calidad y cocinados con paciencia—, sino también a ingredientes menos convencionales, aportando matices sorprendentes y profundos.
La carta cambia a diario, en función de lo que ofrece el mercado. Algunos ejemplos: cordero xisqueta del Pallars, pollo ecológico criado en libertad en Tremp, esturión del Pirineo, quesos artesanos de Corroncui o Sort, y hasta un particular caviar de tortilla de Tavascan. El hilo conductor siempre es el mismo: productos con identidad, trabajados con mimo y técnica.
El ambiente, acogedor y neorrústico, se complementa con un servicio joven, dinámico y entusiasta, que guía la experiencia con cercanía y profesionalidad.
Ferreruela no es solo un restaurante: es una declaración de amor al entorno. Una cocina que mira al pasado con respeto, al presente con creatividad, y al futuro con firmeza. En definitiva, un lugar donde comer bien es solo el principio.
AQ
Justo al abrigo de la catedral de Tarragona, se encuentra uno de los restaurantes más frescos, creativos y personales de Cataluña en 2025: AQ. Un proyecto que nació en 2004 y que, desde entonces, ha evolucionado sin perder su esencia, gracias a la complicidad de sus creadores, Ana Ruiz y Quintín Quinsac. Ella en cocina, él en sala, ambos al mando de una experiencia única guiada por una filosofía tan sencilla como ambiciosa: cocinar para ser feliz y para hacer feliz.
AQ apuesta por una cocina directa, sin artificios, libre de etiquetas y basada en el sabor puro. Aquí no hay espacio para lo superfluo: cada plato está diseñado para provocar emociones, recuerdos, sonrisas. La propuesta, divertida y dinámica, se inspira en la tradición —propia y ajena—, sin miedo a incorporar ingredientes o técnicas de otras culturas, con una mirada siempre abierta al mundo.
La carta, que cambia con frecuencia, es un mosaico de pequeños grandes platos pensados para sorprender. Desde una ostra con Bloody Mary y granizado de pepino, hasta una coca sin coca de escalivada con anchoa, un "cevichescabeche" de lubina, un okonomiyaki de calamar o una tierna paletilla de cordero con zanahoria, todo está planteado como un desfile de sabores precisos, ligeros y felices.
El local refleja ese mismo espíritu: abierto, moderno y relajado, con cocina a la vista y una sala que invita a quedarse. El servicio, siempre atento, pero desenfadado, completa una experiencia que logra ser cercana y especial a la vez.
Ana y Quintín no se esconden. Al contrario, están siempre en primera línea: ella tras los fogones, él guiando cada mesa con naturalidad y criterio. Como ellos mismos dicen: "Queremos que AQ sea el restaurante al que nos gustaría ir como clientes". Y lo logran, porque AQ no solo alimenta: emociona.
Una cocina que viaja, que recuerda y que acaricia. Un lugar donde, como en los buenos restaurantes japoneses, cada bocado es una celebración. Un verdadero imprescindible en la escena catalana actual.
Casa Amàlia 1950
Si hablamos de clásicos renovados en el panorama gastronómico catalán, Casa Amàlia 1950 se posiciona como uno de los referentes más sólidos de 2025. Fundado en 1950, este restaurante situado en el corazón de Barcelona ha sabido evolucionar sin perder la esencia: una cocina de mercado de raíz tradicional, donde cada plato rinde homenaje al producto y al oficio de cocinar con alma.
Lo que comenzó como una casa de comidas familiar se ha transformado en un proyecto gastronómico de gran sensibilidad, dirigido por un equipo joven y apasionado, comprometido con la excelencia en cada detalle. Hoy, más de siete décadas después, Casa Amàlia combina historia y modernidad con una naturalidad sorprendente.
Su propuesta se basa en recetas tradicionales catalanas, respetadas con fidelidad, pero enriquecidas con técnicas contemporáneas que suman sin alterar. Aquí, la transformación no es sinónimo de ruptura, sino de evolución. El producto de mercado, seleccionado cada día con rigor, es el protagonista absoluto de una carta viva, sincera y deliciosa.
Entre los platos más celebrados destacan elaboraciones que reinterpretan clásicos con sutileza y precisión, desde arroces de temporada hasta carnes y pescados cocinados con maestría. Siempre bajo una filosofía clara: no alterar, sino elevar el producto. Además, el restaurante ofrece espacios versátiles, con salas privadas ideales tanto para encuentros íntimos como para comidas de empresa, manteniendo siempre una atmósfera cálida y acogedora.
El servicio en Casa Amàlia es otro de sus grandes pilares. Atento, cercano y profesional, el equipo trabaja con el objetivo de hacer sentir al cliente como en casa. Una actitud que refuerza el carácter familiar del restaurante, y que convierte cada visita en una experiencia personalizada y memorable.
Casa Amàlia es tradición viva, adaptada con inteligencia al siglo XXI. Un lugar donde la buena cocina, la música en directo y un ambiente inmejorable se combinan para hacer de cada comida un motivo de celebración. Un clásico que no envejece, porque sabe mirar al futuro sin olvidar de dónde viene.
Cal Xirricló
Si hay un restaurante en Cataluña que resume como pocos el valor de la tradición y su sabia evolución, ese es Cal Xirricló, en Balaguer. Fundado en 1954 como una pequeña taberna por José Molins y Solé y su familia, este restaurante ha crecido generación tras generación sin perder su esencia: una cocina de raíces, viva, generosa y profundamente ligada a la memoria colectiva de su tierra.
Hoy, Francesc Molins, nieto del fundador, lidera el proyecto junto al chef Ashot Gevorgyan, aportando una mirada renovada sin romper con el pasado. En sus manos, Cal Xirricló se ha convertido en un referente de la cocina catalana contemporánea, combinando la tradición de platos como los callos, los pulpitos o la esqueixada de bacalao, con creaciones más técnicas y personales, como el brioche de gamba crujiente, el arroz con pláncton y vieiras o el delicado lomo de ciervo con castañas, trufa y chocolate.
El restaurante, ubicado desde el año 2000 en la calle Doctor Fleming, combina elementos rústicos y modernos en un ambiente acogedor, con una sala amplia y elegante que invita a disfrutar con calma. Es ideal tanto para una comida íntima como para celebraciones o encuentros de empresa, con menús especiales para grupos y opciones degustación que permiten recorrer la historia del local en nueve pasos llenos de sabor.
La carta cambia con la temporada, pero siempre mantiene los grandes clásicos de la casa, trabajados con respeto al producto local y una presentación que roza lo artístico. El menú degustación es una inmersión total en su cocina, y su maridaje opcional con vinos y licores completa una experiencia gastronómica redonda.
Sin duda, Cal Xirricló es parte del alma de Balaguer. Su equipo, joven, ambicioso y comprometido, no solo cocina, sino que mantiene viva una herencia culinaria con pasión, técnica y mucho cariño. Si vas a Balaguer y no visitas Cal Xirricló es como si no hubieras estado.
Pa i Raïm
En Palafrugell, tierra de escritores, pescadores y buena mesa, se encuentra Pa i Raïm, un restaurante familiar que lleva dos décadas honrando la cocina tradicional catalana con sensibilidad contemporánea. Instalado en la casa natal de Josep Pla, esta joya gastronómica no solo celebra el legado del paisaje que la rodea, sino también la pasión de quienes están al frente del proyecto: Roseta Jorba Duran y Pep Ferriol Casas.
Desde su apertura en 2004, el restaurante ha mantenido un hilo claro: producto de proximidad, temporada, tradición y creatividad. Roseta, autodidacta y viajera, aporta una mirada dulce y poética desde los postres, mientras Pep representa el alma más arraigada a la tierra, esa que se cocina a fuego lento con cacerolas de hierro y respeto por la historia.
El espacio, cálido e íntimo, se divide en diferentes ambientes: desde la sala noble hasta el invernadero y el encantador jardín de los tilos, donde comer se convierte en una experiencia serena, casi mágica.
En la carta, que varía con las estaciones, conviven clásicos ampurdaneses con toques modernos. Platos como el arroz negro del senyoret, el bacalao a la catalana con pasas y piñones, o el canelón crujiente con setas y romesco son solo algunas de las propuestas que reflejan ese equilibrio entre lo de siempre y lo de hoy. Y para terminar, una sinfonía de postres donde brilla el recuit de drap de Fonteta con miel en texturas o la crema de vainilla con frambuesas y crumble de avellanas.
Con un servicio atento y cercano, y un compromiso sincero con la sostenibilidad y el territorio, Pa i Raïm es ese lugar donde la cocina se convierte en memoria y celebración. Un rincón imprescindible para quienes entienden que comer bien es también comer con sentido.
Viana
Muy cerca de la icónica Plaza Real, en uno de los barrios más visitados y fotografiados de Barcelona, el restaurante Viana lleva desde 2015 ofreciendo algo que no siempre es fácil encontrar en zonas tan turísticas: buena cocina, ambiente cuidado y un servicio cercano. Este pequeño local, con su estética vintage y acogedora, ha sabido conquistar a locales y viajeros con una propuesta que escapa de las etiquetas fáciles.
¿Es un restaurante de tapas? Tiene croquetas, jamón y pan con tomate. ¿Es internacional? También. Aquí conviven platos del recetario español con guiños asiáticos, latinoamericanos y mediterráneos. Viana es, sobre todo, una experiencia ecléctica y sabrosa, ideal para compartir platos en pareja o entre amigos, y dejarse sorprender por una cocina fusión sin pretensiones, pero con mucho acierto.
Su carta cambia con frecuencia y responde tanto a la temporalidad del producto como al espíritu inquieto de su cocina. Algunos de sus platos más populares incluyen el tartar de salmón con mango y aguacate, los raviolis asiáticos al vapor, el arroz meloso con marisco, o una ternera cocinada al vacío con reducción de vino tinto. Todo elaborado con cuidado y pensado para ser disfrutado entre risas y brindis.
El ambiente en Viana es otro de sus grandes aciertos: una mezcla de elegancia informal, música envolvente y un equipo que hace sentir al comensal como en casa desde el primer minuto. Además, su oferta de cócteles completa una velada perfecta, ya sea para cenar o simplemente para disfrutar de una copa con sabor.
En una ciudad que rebosa propuestas gastronómicas, Viana destaca por su equilibrio: sabor, ambiente y autenticidad en una ubicación privilegiada. Un restaurante que no solo alimenta, sino que deja huella.
El Llagut
Pocas cosas definen mejor la cocina del Mediterráneo que un buen arroz, y en El Llagut, ese arte alcanza una de sus expresiones más cuidadas y personales de toda Cataluña. Este pequeño restaurante, ubicado en una encantadora plaza del casco antiguo de Tarragona, es mucho más que una taberna marinera: es una declaración de amor al territorio, al mar y a la cocina bien hecha.
Bajo la dirección de Ramon Martí, cocinero y propietario, El Llagut lleva más de 16 años ofreciendo una propuesta honesta, comprometida y profundamente local. Su filosofía es clara: productos de proximidad, técnicas respetuosas y una atención cercana que convierte cada visita en una experiencia auténtica. Martí lo resume con una frase que es casi un lema: "una pequeña taberna con el corazón de un gran restaurante".
El ambiente del local acompaña esa identidad. Con decoración de inspiración marinera, detalles artesanales y una iluminación cálida centrada en las mesas, el comedor invita a disfrutar sin artificios. En verano, su terraza al aire libre es uno de los rincones más agradables para comer en la ciudad.
La estrella indiscutible de su carta son los arroces, preparados al estilo tradicional: secos, melosos y, sobre todo, el característico "masqueta", una técnica recuperada por el propio restaurante que potencia el sabor y la textura del grano de manera singular. Junto a ellos, una oferta variada de platos marineros, entrantes frescos y pescados del día completan una carta coherente, sabrosa y ligada al entorno.
El servicio, profesional y amable, acompaña sin invadir, y la carta de vinos, breve pero muy bien seleccionada, marida con acierto esta cocina de raíz mediterránea.
El Llagut es uno de esos lugares que no necesitan alardes para brillar. Su fuerza está en el producto, en la sencillez bien ejecutada y en la calidez de quien cocina como se hacía antes, pero con mirada actual. Un imprescindible en Tarragona para quienes buscan sabor con alma y platos que hablan del mar sin necesidad de levantar la voz.
Petit Comitè
Hablar de Petit Comitè es hablar de historia, de legado y de excelencia gastronómica. Este elegante restaurante, situado en el corazón de Barcelona, rinde homenaje a la cocina tradicional catalana desde una perspectiva contemporánea, bajo la dirección del renombrado chef Carles Gaig, cuarta generación de una familia que lleva desde 1869 cocinando con pasión, dedicación y respeto por el producto.
La familia Gaig ha sido durante más de 150 años una de las grandes defensoras del recetario catalán, y Petit Comitè es la expresión más refinada y actual de ese patrimonio. En su carta conviven los sabores de siempre con una presentación moderna y cuidada, donde cada detalle está pensado para emocionar y sorprender. Todo ello con ingredientes de temporada y proximidad, tratados con técnica, sensibilidad y un profundo conocimiento de la tradición.
Platos como el emblemático canelón tradicional, heredado de la primera taberna familiar abierta en 1869, o el arroz de pichón con setas, elaborado con un caldo intenso y suculento, son solo algunos de los tesoros que se mantienen vivos generación tras generación. También destacan las elaboraciones con pescado, uno de los puntos fuertes de la casa, y la posibilidad de degustar algunas recetas en formato de media ración, ideal para quienes desean probar más opciones.
En la cocina, junto a Gaig, trabajan el chef ejecutivo Josep Armenteros y el jefe de cocina Sergi Clapés, un equipo que ha sabido reinterpretar las bases de la gastronomía catalana con rigor e innovación. El resultado es una propuesta que equilibra a la perfección la herencia culinaria y las tendencias actuales.
El ambiente en Petit Comitè es cálido, elegante y acogedor. El servicio, impecable y atento, refuerza la sensación de estar ante un restaurante que cuida al comensal tanto como cuida el producto.
Un pedazo de la historia viva de Cataluña, servido con el buen gusto y la sabiduría de quienes llevan generaciones haciendo de la cocina su forma de vida. Y, como no podía ser de otra manera, uno de los mejores restaurantes de Catlauña 2025.
El Mas
Entre campos, jardines y brisa mediterránea, El Mas se ha ganado por derecho propio un lugar destacado entre los mejores restaurantes de Cataluña en 2025. Situado en el corazón del Ampurdán, con vistas privilegiadas al paisaje de Pals, este espacio gastronómico dirigido por el prestigioso chef Ramón Freixa ofrece una propuesta que combina territorio, producto y emoción a partes iguales.
Aquí, cada plato es una celebración del entorno. Inspirado por las palabras de Josep Pla —"lo que importa de la cocina no es tanto la comida, sino su territorio, su lugar y su gent"—, el equipo de El Mas construye una carta marcada por la temporalidad, la tradición y la creatividad, con el producto local como protagonista. Desde mariscos frescos de la Costa Brava hasta verduras de temporada y carnes de productores cercanos, la cocina se expresa con sabores directos y técnicas actuales que realzan, sin eclipsar, la materia prima.
El restaurante se divide en cuatro ambientes únicos: el comedor principal, elegante y amplio; Las Brasas del Mas, ideal para platos al aire libre junto a la piscina; el encantador Bar Glicinias, rodeado de naturaleza y perfecto para noches con cócteles y música; y un espacio privado pensado para celebraciones íntimas con vistas al jardín. Todos los rincones de El Mas comparten una misma filosofía: hacer del comer una experiencia plena y multisensorial.
Además, el proyecto Territori a El Mas refuerza el compromiso del restaurante con la cocina catalana contemporánea. Chefs invitados, como Eugeni de Diego, reinterpretan recetas tradicionales con respeto y originalidad, como su lubina en costra, homenaje al mar, al bosque y al paisaje de la región.
Con una bodega bien seleccionada, un servicio impecable y un entorno que invita al sosiego, El Mas no es un destino. A un paso de la Costa Brava y perfectamente accesible desde Barcelona, Toulouse o incluso París, es el tipo de lugar por el que uno está dispuesto a hacer kilómetros para conocerlo y repetir. Y al llegar, entiende que ha merecido la pena.
Besta
Ubicado en L’Antiga Esquerra de l’Eixample, este neobistró de espíritu libre y carácter sofisticado ha irrumpido con fuerza en la escena gastronómica catalana. Besta, el proyecto de los chefs Manu Núñez y Carles Ramon, no es solo un restaurante de fusión: es un punto de encuentro entre dos territorios, dos formas de entender el mar, y una misma pasión por el producto, la innovación y la cocina con identidad.
Aquí no hay etiquetas ni fórmulas rígidas. La carta se construye desde la estacionalidad y el respeto al producto, con el marisco y el pescado como protagonistas, pero también con atrevidas incursiones en el mundo de la carne, generando mar y montaña de nueva generación. El resultado es una cocina personal, vibrante y sin miedo a los contrastes: ácidos, salinos, umami… cada bocado busca sorprender sin perder el equilibrio.
Uno de los elementos más singulares de Besta es su Chef Table, una barra de madera y mármol negro donde el equipo finaliza los platos en directo. Una experiencia interactiva y sensorial que convierte la cocina en espectáculo y refuerza el valor artesanal del oficio.
El espacio es moderno y acogedor, con una atmósfera cuidada pero informal que invita a disfrutar sin prisas. Los menús, Degustación y Festival, son auténticos recorridos por las raíces gallegas y catalanas de sus creadores, con platos que conectan tradición y contemporaneidad con una ejecución impecable.
La bodega, compuesta en un 80% por referencias catalanas y gallegas, prioriza vinos naturales, poco conocidos y de mínima intervención. Una propuesta coherente que realza la experiencia sin imponer protagonismos.
Besta es el reflejo de una generación de cocineros que entienden la fusión como un diálogo, no como una moda. Un restaurante que invita a descubrir, compartir y emocionarse desde la primera ostra hasta el último postre salino. Sin duda, una de las paradas imprescindibles en el mapa gastronómico de Cataluña.
La Huerta Restaurant
Desde que abriera sus puertas en 1966 frente al mercado de frutas y verduras de Lleida, La Huerta Restaurant se ha convertido en un referente de la cocina de proximidad en Cataluña. Fundado por Antonio Botargues Seuma, este restaurante fue desde sus inicios mucho más que un comedor: un punto de encuentro para ganaderos, campesinos, ferroviarios y viajeros que buscaban comida auténtica, buena compañía y el calor de una brasa siempre encendida.
Hoy, más de 50 años después, el espíritu de La Huerta sigue vivo en manos de la tercera generación familiar, liderada por el chef Gerard Balasch. Su propuesta actualiza el recetario de la tierra sin perder la esencia, con platos que combinan técnicas innovadoras y el respeto absoluto por el producto local y de temporada, especialmente el que ofrece la huerta de Lleida.
La carta es un homenaje a esa cocina tradicional catalana que se cuece con tiempo, pasión y cariño. No faltan clásicos como los caracoles a la llauna, la escalivada, el bacalao gratinado, las alcachofas a la brasa o los cortes de carne ecológica, acompañados siempre de productos frescos de proveedores de proximidad. Una cocina sencilla en apariencia, pero elaborada con gran técnica y conocimiento.
El ambiente sigue siendo uno de los grandes valores del restaurante: trato cercano, servicio atento y ese aire de lugar familiar al que siempre apetece volver. Como decían sus fundadores, "nos vemos en La Huerta" no era solo una frase, sino una promesa de buen comer y mejor recibimiento.
Hoy, La Huerta Restaurant mantiene viva la llama de aquellos primeros años, pero con una mirada clara al futuro. Ha sabido crecer, renovarse y adaptarse, sin perder nunca su alma. Un ejemplo de cómo la cocina de raíces puede seguir emocionando en pleno siglo XXI. Y sí, sigue siendo uno de esos sitios donde la mesa se convierte en el mejor lugar para estar.
Suculent
Hay lugares donde cada plato invita a detenerse, a saborear, a mojar pan sin prisas. Suculent, en pleno barrio del Raval de Barcelona, es uno de ellos. Bajo la filosofía del "sucar lent", este restaurante se ha convertido en uno de los referentes de la cocina contemporánea catalana, renovando sabores tradicionales con una técnica afinada y un respeto absoluto por el producto.
La propuesta nace de la mano del chef Toni Romero, formado en grandes templos culinarios como elBulli, Arzak, Akelarre y Maison Pic. Desde su apertura, Suculent ha sido su proyecto personal, un espacio donde su cocina ha evolucionado hacia una personalidad propia: sabores potentes, fondos precisos, productos reconocibles y una forma de comer pensada para compartir, para conversar, para disfrutar.
La carta, dividida entre el menú "Los Clásicos" y el menú "Suculent", se elabora a diario en función del mercado. Las elaboraciones, en su mayoría presentadas como platos, combinan cocina de base mediterránea y española con técnicas actuales que no buscan impresionar, sino emocionar. De ahí nacen platos como las habitas a la catalana con butifarra de perol y raifort, la remolacha con beurre blanc y anguila ahumada, o clásicos como el fricandó de ternera y el canaló de rustido.
Suculent también seduce por su estética: mobiliario recuperado, elementos restaurados y una decoración que mantiene la esencia de la taberna tradicional, con un toque de elegancia discreta. En la parte trasera, una mesa clandestina –junto a la cámara frigorífica– ofrece una experiencia más íntima y exclusiva.
La bodega acompaña con vinos cuidadosamente seleccionados, pensados para resaltar la intensidad de los platos sin robarles protagonismo.
Suculent no es un restaurante de modas, sino de fondo. De caldos que emocionan y platos que cuentan historias. Y sí, es muy probable que, al terminar, el pan desaparezca y el plato quede limpio. Porque aquí, mojar lentamente, es parte de la experiencia.
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