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Especial cocina coreana para españoles escépticos


Cocina coreana para españoles escépticos 2025 (Actualidad) - GastroSpain (1)

Cuando hablamos de cocina coreana, muchas personas levantan una ceja con escepticismo. ¿Fermentados? ¿Picante a todas horas? ¿Salsas que no se pronuncian? Lo cierto es que esta gastronomía, cargada de historia, técnica y emoción, se ha abierto paso en todo el mundo y ahora empieza a colarse —timidamente, pero con paso firme— en la escena culinaria española. A primera vista puede parecer exótica, intensa, incluso radical. Pero si algo tiene la cocina coreana es su capacidad de conectar con los sentidos más allá del idioma y la geografía. Y no, no todo pica. Ni todo huele fuerte. Ni todo es extraño. A veces, basta un bocado bien dado para que caigan todos los prejuicios.


España y Corea del Sur comparten más cosas de las que podríamos imaginar: pasión por las comidas caseras, cultura de tapeo y mesa compartida, orgullo por los ingredientes autóctonos y una afición por el ajo que sorprendería a más de uno. Lo que en España es chorizo, jamón o pimiento del piquillo, en Corea es kimchi, gochujang o sésamo tostado. Cambian los nombres, cambian los métodos, pero la esencia —comer bien, comer juntos y comer con ganas— es la misma. Por eso, este especial no busca convencer a nadie a base de exotismo, sino invitar a descubrir una cocina que, lejos de ser extraña, tiene mucho de cercana. Solo hay que saber por dónde empezar.


Este artículo es una puerta de entrada pensada para los paladares más cautelosos, pero también para los curiosos que aún no se han animado a probar más allá del sushi o el ramen. Aquí hablaremos del kimchi, sí, pero también del bibimbap, el pollo frito, el ssam y, cómo no, del fuego que lo impregna todo. Cinco pilares para entender (y disfrutar) la cocina coreana sin prejuicios y con mucha hambre. No hace falta ser un experto ni dominar los palillos: solo tener el apetito abierto y las ganas de descubrir que lo desconocido no tiene por qué ser complicado. Y que, a veces, lo diferente puede convertirse en un nuevo favorito.



Empecemos con el alma de Corea: el kimchi. Mucho más que repollo picante, el kimchi es una oda a la fermentación. Tradicionalmente hecho con col china, rábano, ajo, jengibre, cebolleta y copos de chile rojo (gochugaru), este acompañamiento está en casi todas las comidas coreanas. Pero no te asustes: hay decenas de variedades, y no todas te harán sudar. De hecho, un buen kimchi recuerda, en cierta forma, a nuestro escabeche: ácido, profundo, con ese toque avinagrado que tanto nos gusta. Ideal como aperitivo, en sopas o incluso en tortilla (sí, de patatas, y sí, queda brutal).


Otro plato que conquista corazones desde el primer bocado es el bibimbap. Su nombre significa "arroz mezclado" y, aunque suena simple, es una sinfonía de texturas y colores: arroz blanco, vegetales salteados, carne marinada (opcional), huevo frito y una cucharada de gochujang (pasta de chile dulce y fermentado). Todo se mezcla justo antes de comer, creando una armonía que podría reconciliar a un escéptico con medio continente asiático. Además, hay versiones vegetarianas, con pescado o incluso adaptadas al gusto mediterráneo.


Ahora bien, si hay una puerta de entrada infalible a la cocina coreana, es el pollo frito coreano. Crujiente por fuera, jugoso por dentro y bañado en salsas dulces, picantes o agridulces. Un festín de textura y sabor. Lo que lo diferencia de cualquier pollo frito que hayas probado es el doble rebozado y el uso de almidón de patata, que lo hacen increíblemente crujiente. Acompañado de cerveza fría (como en el célebre "chimaek" coreano: chicken + maekju), es la pareja perfecta para una noche informal.



¿Y qué hay del ssam? Imagina una hoja de lechuga fresca envuelta como un pequeño taco que esconde arroz, carne asada (generalmente panceta o ternera marinada), ajo crudo, pasta ssamjang (una mezcla de doenjang, gochujang y aceite de sésamo) y algún pickle. Cada bocado es un festival: fresco, salado, ácido, umami. Un formato divertido, ideal para compartir y adaptar según el gusto del comensal.


El elemento común en toda esta cocina es el fuego: como técnica, como símbolo, como emoción. El fuego que hierve el caldo del tteokbokki, que saltea el bulgogi, que carameliza los bordes del kimchi en la sartén. El fuego que conecta tradición y modernidad, calle y restaurante, abuela y chef.


Si aún dudas, te invitamos a probar. Abre la mente, abre la boca y deja que Corea te sorprenda. Porque lo picante puede ser adictivo, lo fermentado puede ser delicioso y lo desconocido, inolvidable.

 
 
 

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