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Un día comiendo en San Sebastián: pintxos, txakoli y mar


San Sebastián (Comiendo un día en San Sebastián 2025) - GastroSpain (1)

San Sebastián —o Donostia— no solo es una de las ciudades más bonitas de España, sino también uno de los mejores destinos gastronómicos del mundo. Aquí se vive para comer, y se come para vivir. Entre el mar Cantábrico, los bares de la Parte Vieja y el aroma de los hongos a la plancha, un día en esta ciudad puede convertirse en una ruta sensorial imbatible.


¿Tienes solo 24 horas? No pasa nada. Aquí tienes un itinerario perfecto para comerte San Sebastián en un solo día. Prepárate para moverte de barra en barra, copa en mano, con el mar siempre cerca.



El día comienza junto al mar, con un paseo tranquilo por la bahía de La Concha, donde la brisa fresca y la elegante barandilla blanca te invitan a bajar el ritmo. Después del paseo, el desayuno puede ser todo lo que quieras: café de especialidad en Old Town Coffee, rodeado de locales que empiezan su jornada con calma y estilo, o algo más clásico como una pantxineta —ese hojaldre relleno de crema pastelera y cubierto de almendras— en la histórica pastelería Otaegui. Cualquiera de las dos opciones sienta bien mientras miras cómo despierta la ciudad.



Llega la hora del aperitivo, y en Donostia eso significa txakoli. Este vino blanco ligeramente espumoso y con una acidez alegre es la pareja perfecta para las primeras mordidas saladas del día. En Bar Txepetxa, un templo de la anchoa, sirven este pequeño pescado sobre pan con cremas tan sorprendentes como la de erizo de mar o centolla. Si buscas algo más de cuchara, en Ganbara, a solo unos pasos, los hongos salteados con yema de huevo se han convertido en un pintxo de culto. Aquí, cada bocado sabe a tradición con técnica, a cocina de barra que roza la alta gastronomía.


La Parte Vieja de San Sebastián no es solo un lugar, es un estilo de vida. Las barras están vivas, las pizarras anuncian sugerencias del día y el murmullo de las conversaciones se mezcla con el tintinear de copas. Este es el momento de entregarse a la ruta del pintxo. En La Cuchara de San Telmo, las kokotxas de merluza se deshacen en la boca, mientras que el foie fresco a la plancha se sirve con una reducción que no necesita más explicación. Justo al lado, en Borda Berri, el bacalao a la brasa con crema de carabineros y aire de guindillas o el entrecot a la parrilla con guarnición, te conquistarán de lleno. Más allá, Gandarias se mantiene como un clásico imprescindible, con ,sus extraordinarios pintxos. Y si te apetece algo más informal pero con ambiente, Atari Gastroleku, frente a la iglesia de San Vicente, es el lugar perfecto para descansar un poco, copa en mano, mientras el sol baja y las calles se tiñen de dorado.


Con el estómago lleno y una sonrisa inevitable, llega el momento de pasear. Puedes subir al Monte Urgull y contemplar desde las alturas el casco antiguo, la bahía y la isla de Santa Clara, o caminar en dirección contraria hacia el Peine del Viento, donde las esculturas de Chillida dialogan con las olas en una coreografía de viento y sal. Este es el descanso que toda ruta gastronómica necesita: un momento para respirar, contemplar y hacer sitio para lo que viene.



En San Sebastián siempre hay espacio para algo más. Si te apetece algo dulce, la tarta vasca, la torrija caramelizada o una buena bollería artesana pueden ser tu merienda ideal. La pastelería Oiartzun, frente a la plaza de Guipúzcoa, ofrece clásicos perfectos con un café en terraza. Si prefieres algo más actual, ligero o incluso vegetal, Botanika es un rincón moderno con tartas caseras y zumos naturales, rodeado de verde y calma. Es el paréntesis ideal antes de decidir si terminas el día en mesa o repites pintxos.


Cuando cae la noche, tienes dos caminos igual de buenos. Puedes elegir sentarte a cenar en alguno de los restaurantes que elevan la cocina local con mimo y creatividad. En Zazpi, cerca del centro, el menú cambia con las estaciones pero siempre mantiene la esencia vasca. En Casa Urola, cada plato respira equilibrio entre innovación y respeto por el producto. Y si buscas algo elegante y cómodo, Astelena 1997 ofrece cocina vasca con sabor de casa y presentación cuidada. La otra opción es dejarse llevar por la ciudad de nuevo, volver a tus bares favoritos o descubrir otros nuevos. La Parte Vieja no duerme temprano y el ambiente cambia, se vuelve más relajado, más íntimo. Un pintxo de setas, una copa de vino y una conversación improvisada pueden ser el broche perfecto.


En los bares de pintxos, lo normal es comer de pie, pedir directamente en la barra y moverse mucho. No hace falta probarlo todo, ni correr: lo importante es disfrutar cada paso del recorrido. Deja propina si el servicio fue amable (y lo será), no tengas miedo de preguntar qué pintxo es el especial del día, y recuerda que en San Sebastián, cada esquina tiene algo delicioso que contar.

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