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Los alimentos que suben más de precio en otoño (y qué alternativas inteligentes hay)


Alimentos suben precio en otoño 2025 (Actualidad) - GastroSpain (1)

El otoño llega a los mercados con una puesta en escena irresistible: montones de calabazas que parecen sonreír, racimos de uvas brillando como piedras preciosas y el aroma de castañas asadas en las esquinas. Pero junto con la belleza de la estación se cuela una realidad menos romántica: el encarecimiento de algunos productos estrella que siempre hemos asociado a esta época del año. Quien se acerca al puesto de setas silvestres o al mostrador del marisco nota de inmediato que los precios ya no invitan a la improvisación.


Este escenario obliga a los consumidores a replantearse la compra. La cocina de otoño, tan ligada a la tradición y al disfrute de la mesa, se enfrenta a un dilema: mantener esos sabores icónicos o adaptarse al presupuesto. Muchos sienten que renunciar a las setas, al cordero o a las granadas es como perder una parte del paisaje culinario de la estación. Sin embargo, la gastronomía siempre ha sido maestra en el arte de la sustitución, de transformar lo disponible en un festín con identidad propia.


La buena noticia es que existen alternativas inteligentes, accesibles y deliciosas. Con un poco de creatividad y conocimiento del producto, es posible seguir celebrando el otoño en el plato sin necesidad de arruinarse. El secreto está en conocer qué alimentos se encarecen más, por qué ocurre, y qué otros ingredientes pueden ocupar su lugar aportando matices similares. La cocina, al fin y al cabo, no entiende de prohibiciones, sino de imaginación.



Las setas silvestres son quizá el ejemplo más visible de la inflación otoñal: boletus, níscalos o trompetas de la muerte alcanzan precios que los convierten casi en piezas de lujo. El motivo es claro: la temporada es corta, la recogida escasa y la demanda enorme. Pero la alternativa está más cerca de lo que parece: el champiñón común y su primo el portobello, humildes pero agradecidos, adquieren una profundidad inesperada si se cocinan con mimo. Dorados lentamente en mantequilla o salteados con hierbas frescas, ofrecen un aroma terroso que recuerda al bosque y que resulta perfecto para revueltos, cremas o guarniciones.


Algo similar ocurre con el marisco, cuyo precio se dispara con la cercanía de las fiestas, especialmente en productos como percebes, langostinos o centollas. Frente a ellos, los mejillones, los berberechos o las almejas finas de cultivo siguen siendo accesibles y aportan toda la intensidad del mar. Cocidos al vapor, gratinados o integrados en un arroz marinero, logran un resultado festivo con el mismo aire de celebración y a una fracción del coste.



El cordero, presente en asados dominicales y guisos tradicionales, también acusa la subida por la menor oferta en los mercados. Para mantener la esencia de la cocina lenta y reconfortante, conviene mirar hacia el pollo campero, que con una cocción prolongada en vino o especias alcanza una jugosidad sorprendente, o hacia cortes de cerdo como la aguja y la carrillada, que en estofados ofrecen una melosidad tan otoñal como la del mejor lechazo. Tampoco las castañas escapan al encarecimiento: símbolo indiscutible de la estación, se ven afectadas por cosechas irregulares y una demanda creciente. En su lugar, el boniato y la calabaza se presentan como alternativas idóneas: su dulzor natural y su textura cremosa brillan tanto en purés como en repostería, y un bizcocho de calabaza especiada con nueces evoca la misma calidez que una tarta de castañas.


En el capítulo de frutas, la granada y el caqui —auténticas joyas por color y dulzor— ven cómo su fragilidad y limitada disponibilidad elevan su coste. Sin embargo, la temporada regala opciones espléndidas y más asequibles: las uvas, en su punto óptimo, y las peras, versátiles y económicas, permiten mantener la frescura otoñal en ensaladas, guarniciones o postres. Una pera escalfada en vino tinto especiado aporta elegancia y sabor a un coste muy razonable.


El mercado de otoño, con sus luces y sombras, no debe intimidarnos: cada subida de precio es una oportunidad para explorar caminos nuevos y descubrir sabores inesperados. La cocina española siempre ha sabido adaptarse, y este otoño no se trata de renunciar, sino de reinventar. Porque en el ingenio culinario está la clave para que la mesa siga siendo ese lugar donde el otoño se celebra con todos los sentidos.


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